lunes, 17 de agosto de 2009

La paranoia del grano de arena

Este fin de semana reviví la paranoia de mi juventud más tierna como tenia años que no ocurría, y es que hice un merecido viaje a la playa después de semanas de arduo trabajo, cualquiera podría pensar que un viaje a la playa es motivo de tranquilidad y a veces yo mismo olvido la oscura paranoia que se esconde con cada visita a el apartamento que tiene mi padre en cierta playa del país.

El motivo de mi paranoia no podría tener una razón más obvia, la constante amenaza paterna de mantener el apartamento con la asepsia de un quirófano, como debe ser. Mi padre (si, el mismo de los batidos) tiene la capacidad de conseguir errores ortográficos en un libro de García Márquez si se lo propone y bajo la constante amenaza de que "si consigue una sola partícula de arena en el apartamento, ¡AY DIOS!" mi futuro se pinta negro, no sé como hace para que a mi edad me siga causando pavor el hecho de dejar un grano de arena filtrado en algún rincón no revisado por mi mirada minuciosa que recorre el lugar una y otra vez antes de salir y que por concentrarme en el maldito grano de arena inexistente olvida por completo cosas tan obvias como cerrar una ventana, sacar la basura o sacar una arepa del horno, en ese punto la paranoia del grano de arena es mucho más importante que cualquier otro descuido y algunas veces me regodeo en el -si, ya sé que deje la ventana abierta y se inundo el lugar, pero... ¡TE RETO A QUE CONSIGAS UN GRANO DE ARENA!-.

Ya sé que muchos podrían pensar que es normal que en la playa haya arena, pero explicarle a mi padre que playa = arena es una tarea que ninguno de mis hermanos se ha atrevido a hacer y yo no seré la excepción, mi consuelo es que si alguna de mis hermanas mucho mayores que yo, casadas, con hijos, olvidan un grano de arena, la reacción de mi padre será igual que conmigo y estoy seguro que a ellas les invade el mismo miedo que a mí y que al igual que yo, revisan el lugar al mejor estilo de CSI en la búsqueda del grano de arena perdido y también han olvidado detalles obvios por andar buscando el grano de arena.

Tener un padre como el mío es un lujo que creo que nadie podría entender y que aunque admito que hay veces que desearía que él fuera diferente, comprendo que mirando a toda nuestra estructura familiar, todas nuestras tradiciones, todas nuestras historias el nos ha forjado como buenos individuos y aunque no estamos libres de defectos, creo que él en el fondo sabe que ha hecho un buen trabajo y está orgulloso de cada uno de nosotros, obviamente hasta que aparezca un indeseado grano de arena.