viernes, 26 de marzo de 2010

Los animales del infierno



Yo siempre me he considerado un amante abnegado de los animales, he tenido perros, tortugas, gatos, peces, he curado pájaros moribundos, he salvado pericos a punto de morir y hasta una mascota electronica tuve de niño. He tenido gatos, gatos lindos, gatos buena vibra, amargados y pare usted de contar, pero mi ultima experiencia con animales fue extrema, lo veia venir y deje que pasara.

Cuando me mude con mi actual compañera sentimental ambos concordamos que necesitábamos y queríamos una mascota, tuvimos varias ideas y al final propuse un gato por las siguientes razones:

a) Vivimos en edificio, eso es igual a que si quieres un perro va a ser un perro pequeño, yo odio profundamente a todos los perros pequeños del mundo (menos a Sasha la perra de Angelica).

b) Ambos trabajamos y los gatos son animales mucho mas independientes, a un perro tienes que dedicarle mas tiempo.

Así que bueno, la decisión final fue: gatos.

El tema no se volvió a conversar seriamente hasta que se barajo la idea de un perro pequeño nuevamente a lo que me negué rotundamente y retomamos el asunto en el gato. Mi pareja, norteamericana ella, es mucho mas practica se antojo de un par de gatos adultos por que supuestamente "estaban entrenados para defecar en su cajita de arena" yo me opuse en un principio por que como dueño de gatos se que los gatos son animales de temperamento complicado y no son muy abiertos a los nuevos dueños, yo propuse un solo gato cachorro, que se acostumbrara a nuestro tren de vida, claro eso significa mierda y cosas rotas por toda la casa. Al final, tanto insistió con con la pareja de gatos adultos, que a partir de ahora denominare como "los gatos maravilla", que termine diciendo muy sutilmente - haga lo que se le venga en gana -.

Bueno, llegan los gatos: una hembra gris bipolar de 4 o 5 años y un macho de 2 a 3 años amarillo bastante nervioso. En un principio sube el amarillo, cariñoso pero se veia que estaba mas asustado que vieja en moto, luego se me indica que busque al otro gato en el carro. Bajo y el hermano de mi pareja me dice con una cara de miedo indescriptible - NOOO! no... vayas... a... abrir... la... puerta -, así que le di la jaula y el metió al gato con un cuidado y una lentitud que me ponía nervioso, acto seguido me dio la jaula y subimos.

Sacando al animal del diablo de la jaula me mordió la mano izquierda, pero no fue un mordisco suave, no señor, la maldita gata me mordió como si no le importara quedarse sin dientes, por un segundo vi a un tigre matando una cebra en cámara lenta, la cebra era mi mano. No le hice nada, ¿Que le voy a hacer? - debe estar asustada, pobrecita - pensé mientras me repetía una y otra vez que seguro terminábamos siendo amigos, pero eso estaba alejado completamente de la realidad.

Mi mano cada vez se hinchaba mas y la condenada gata bipolar se paseaba por la casa, frotandose contra todo y contra todos pero cuando le daba la gana podia pasar de ser cariñosita a violenta en un segundo, el otro se metió bajo la cama y apenas se asomaba.

Al segundo dia en la mañana me despierto y tengo a la gata bipolar al lado frotandose contra mi y le comencé a hacer cariño, todo bien, puro amor, "oh dios que química" ZAZ!!! se convirtió en Lina Ron y como no, me mordió la otra mano (la derecha) y BLAAAAARG! y así fue como patee al primer gato de mi vida y lo patee con gusto y sin culpa.

La segunda mordida fue una declaración de guerra a muerte y desde ese momento comenzamos a hacernos la vida imposible mutuamente, como una especie de guerra fría, ella a mi ubicándose en lugares estratégicos para no dejarme pasar haciendo sonidos violentos y yo pateandola cada vez que lo hacía. El otro gato se escondía sin motivo y casi no comía.

El momento de mayor tension en nuestras relaciones diplomáticas fue cuando la gata decidió apoderarse de la cama, le di un almohadazo y lance mi ultimatum - Si la gata no se va de aqui a las 5:00 pm llamo a animal control para que la pongan a "dormir" - la situación se habia vuelto insostenible.

Tratamos de meterla en la jaula, pero la condenada no se dejaba, creo que no se habia percatado de que nosotros tambien queríamos que se fuera. Y ahí fue cuando lanzo su atentado mas atemorizante, la condenada gata del diablo... SE CAGÓ EN LA MESA DE LA COCINA, nadie lo podia creer pero ahi estaba reposando sobre la mesa donde comemos y cocinamos con su cara de - ¿Por que no te comes este? - su última acción fue desafiante y absurda, todos estábamos atónitos mirando el mojoncito sobre la mesa y nadie decía nada, en ese momento mi compañera que me regañaba cada vez que pateaba al animal, me dio permiso para actuar así que procedí a sacarla al balcón en una acción comando digna del FBI utilizando toda mi astucia y violencia reprimida, la gata se opuso en un principio y parecia al gato de cementerio de mascotas pero la logré sacar.

Llamamos a la dueña que tenia todo el dia haciéndose la loca, en lo que presumimos un ultimo intento por deshacerse de los gatos y le lanzamos el ultimatum - o se va hoy o se va de este mundo- , la dueña, viéndose acorralada decidió ir por los gatos al final del dia, solo quedaba esperar.

Se fueron los gatos dejándonos un mal sabor en la boca, una semana de antibióticos por mis manos infectadas por las mordidas y repetidos "te lo dije" en la casa, la nota positíva es que ahora tengo un comodín.