miércoles, 26 de agosto de 2009

Crónica de una insolación

Llegando de la playa, todavía con la paranoia del robo perpetrado a mi hogar y con algo de arena en las profundidades de mis oídos, he llegado con una nueva historia para contar. Para empezar pongamos un punto de comparación de mi persona antes de salir a la playa y después de llegar:

Para los que han venido o viven en este gran país de horribles habitantes, les resultara familiar la situación que postulo en esta oportunidad y es que por lo general en cada visita a la playa todos nos convertimos en pequeñas mandarinas (anaranjados y de fácil pelado). No puedo concebir que viéndome en el espejo con mi nuevo y temporal color de piel y la nariz con la textura de un cartón sigamos empeñándonos en broncearnos, ¿De dónde sacamos que con la piel irritada por el sol nos vemos más bonitos? desde ahora, crónica de una insolación.

8:30 am La partida a la isla

Levantados a primera hora, nos preparamos para la ida al cayo, el elenco: Una señora con problemas de espalda, una chica a la cual pretendo en teoría y su servidor, para los que no entiendan el contexto eso es igual a cargar la cava solo durante todo el trayecto o al menos intentarlo tratando de hacer parecer aquello como algo sencillo, esa es una situación que solamente un hombre podría entender.

Con bolsa y media de hielo, cervezas y snacks aquel espectáculo era digno de un programa de discovery channel sobre "El cortejo en los seres humanos": La señora súper encantada con el paisaje y la brisa caminaba distraída detrás de nosotros, la chica mirándome con cara de "¿necesitas ayuda con eso?" y este servidor tratando de no lucir cansado en lo absoluto y escondiendo los quejidos de dolor muscular por haber bajado semejante mamostreto de cava cuatro pisos por una escalera, un cuadro simplemente exquisito. Al final, a media cuadra del embarcadero (cuando obviamente no podía mas) acepte ayuda de la chica con un gesto de "bueno, ya que insistes vamos a dejarte ayudar, pero yo puedo solo".

Conociendo yo como funciona el sol en esa playa decidí de manera arbitraria la hora de regreso a las 3 de la tarde pero la chica estaba empeñada en volver a las 5, luego de un breve periodo de negociación la hora de regreso fue puesta a las 4:00 pm (el primer error fue negociar).

9:00 am El asentamiento del campamento

Como en teoría el que conocía la cuestión en el lugar era yo, al bajar del peñero, que graciosamente se llamaba "calypso" en honor al barco de Cousteau, llegue y rápidamente me entendí con los trabajadores del cayo para procurarnos, toldo, almuerzo y un buen lugar para establecernos. En este caso, uno de los amables locales me ayudo con la pesada cava, caminamos, caminamos, caminamos, caminamos y ¡BINGO! localizado el lugar perfecto, instalada la sombrilla con sus respectivas sillas, iniciada la jornada de sol.

10:00 am La inocencia

No me imagino una mejor manera de iniciar una jornada playera que destapando una cerveza y bajo cualquier otra situación me parece inconcebible desayunar licor, pero la playa es la playa y hay ciertas tradiciones personales que se respetan.

Así con una fría en la mano y alternando el calor con esporádicos baños en la playa que parecía estar más azul que de costumbre, empezó la destrucción de mi epidermis, evadiendo la sombrilla durante la mañana y esperando cambiar un poquito mi blanca y simplona piel por algo de bronceado caribeño, estuve regodeándome en las olas y la arena un buen rato sin saber lo que me esperaba.

11:30 am a 2:00 pm El holocausto

Es bien sabido por mí que hay ciertas horas en las que es preferible enterrarse en la arena, a esta hora y aun estando bajo la sombra la mayor parte del tiempo el sol inclemente me achicharró por completo como si se tratara de un marshmallow en una fogata. La chica llevaba sol haciendo caso omiso a mis advertencias y la señora hacia yoga en algún lugar del cayo, los tres terminamos igual de rojos. Luego de eso vino un largo baño en la playa que termino de acribillar mi epidermis, lo sé, fui negligente, pero valió la pena.

3:00 pm Preparación para el regreso

Secarme al sol, me hizo ser aun mas negligente y aunque lleve toalla no quise usarla para no llenarla de arena, estuvimos un largo rato sentados, mientras comíamos camarones rebosados y tostones, ya el daño estaba hecho pero aun no se notaba, siempre se puede apreciar mejor una insolación después de un baño de agua dulce.

4:00 pm El regreso

De nuevo una travesía con la cava pero de vuelta solo que esta vez se le agrega el hecho de que mi piel estaba magullada y la cava estaba menos pesada, llegamos al lugar de encuentro con la versión afrocaribeña de Cousteau que llego un poco más tarde de lo establecido, mi piel ya había perdido la fotosensibilidad y sinceramente me daba igual llevar un rato mas de sol o darme un baño frio, simplemente ya nada importaba.

Al llegar, nos sacamos la arena en las duchas y de pronto me di cuenta de lo roja que estaba mi nariz, empecé a bromear diciéndome Rudolph, luego subimos las cosas.

La noche

La noche fue divertida en principio, largo rato de televisión y amena conversación con la chica, luego a la hora de dormir, comenzó la parte difícil, no conseguía ponerme cómodo en ninguna posición y más del 80% de mi piel estaba hecha un desastre, cuando logre dominar el dolor y dormir tuve muchísimos sueños extraños, me levante a media noche tiritando de frio prendido en fiebre, pero de nuevo fui negligente y la ignore para no amargarle el viaje a nadie, esta vez mi negligencia resultó, pues amanecí perfectamente.

Me desperté temprano para ver el amanecer, un bello espectáculo que se ve perfectamente desde el balcón del apartamento, puse elbow en mi ipod y miraba el sol salir pensando en lo bonito que se veía, para luego caer en cuenta que ese maldito gordo amarillo que estaba saliendo había acabado parcialmente con mi piel, al parecer el desgraciado no es tan manso como se ve a las 5:30 am.